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viernes, 9 de abril de 2010

El pasado viernes, 26 de marzo, el diario «El País» dejaba de apuntalar al gobierno durante unas columnas para dedicarnos —¡nada más y nada menos!— su portada y el editorial como consecuencia de las últimas derivas de la querella que en su día promovimos contra el juez Baltasar Garzón Real.
«El País» trata de argumentar su particularísima defensa del juez Baltasar Garzón basándose en que la querella de Falange Española de las JONS y su admisión a trámite es una «aberración histórica difícil de explicar». Si por «aberración» en el rotativo madrileño se entiende —al igual que lo hace el DRAE—, «error grave del entendimiento o de la razón», consideramos que su análisis es absolutamente equivocado y sus conclusiones carentes de consistencia.
Nosotros, los falangistas, no hemos promovido querella alguna como consecuencia de que se investigen los crímenes del franquismo, sino por la forma en la que el juez Baltasar Garzón investigó —es un decir— el asunto. Parece, en principio, una diferencia nimia, pero no lo es. El juez Baltasar Garzón trató de perseguir a los dirigentes de nuestro partido por unos crímenes —reales o imaginarios— que ni se especificaron ni se achacaron de forma concreta.


Dudamos en su día que el juez Baltasar Garzón fuese competente para juzgar este tema y planteamos la cuestión de si su investigación iba a abarcar todos los crímenes y criminales o sólo a los de determinado «bando». ¿Iba a investigar el juez Baltasar Garzón los crímenes cometidos por los dirigentes del PSOE —partido en el que, en 1993, figuró como número dos por Madrid en sus listas electorales, inmediatamente después de su entonces secretario general, Felipe González—, o del PCE, o de las organizaciones anarquistas y republicanas? O, por el contrario, ¿se pretendía criminalizar, única y exclusivamente, a FE de las JONS a sabiendas que nuestra organización fue disuelta manu militari y perseguida por el general Franco Bahamonde, a partir del 19 de abril de 1937, lo que llegó a costar la privación de libertad y una pena de muerte a Manuel Hedilla Larrey, segundo jefe nacional de FE de las JONS?


Los falangistas queremos respuestas al respecto y nada mejor para ello que el juez Baltasar Garzón se siente en el banquillo de los acusados.
No está en la estrategia de los falangistas politizar la justicia. No tenemos tiempo, nuestra influencia social es todavía de corto radio y nuestros caudales modestos, sobre todo si los comparamos con las disparatadas cifras que barajan los llamados partidos parlamentarios. Tanto es así, que reunir los 6.000 euros que nos exigía el Tribunal Supremo para seguir adelante en nuestro empeño, ha supuesto para el partido un esfuerzo considerable.


Desde nuestro punto de vista y a tenor de las noticias que a diario aparecen en los medios de comunicación, parece más que obvio que la politización del orbe judicial ha alcanzado límites tan desmesurados como esperpénticos. Nuestra querella es —se quiera o no, guste o no— una gota de agua en el océano. Los falangistas no queremos notoriedad mediática, al menos no como consecuencia de este tipo de episodios. Queremos, simple y llanamente, saber si el juez Baltasar Garzón, al situarnos en su punto de mira, prevaricó o no. Estamos en nuestro derecho y hacemos uso de él.


No podemos dejar de lamentar el inquietante nivel de desinformación que desde el papel impreso, las ondas y las pantallas —ya sean éstas de televisión o de ordenador— muestran determinados medios de comunicación con respecto a nuestro partido y su trayectoria histórica. Y decimos lamentable, porque al diario «El País», en concreto, le hemos conocido tiempos mejores, épocas en las que la libertad de expresión flotaba por encima de componendas políticas o propósitos puramente mercantiles.


FE de las JONS no es un partido político «fascista» y esto lo sabe, mejor que nadie, el presidente ejecutivo del grupo PRISA, del que es buque insignia «El País». Los falangistas tenemos nuestra propia ideología que se define como «nacional-sindicalista». Harían bien el o los redactores del editorial «El País», en lugar de entregarse a una tosca ceremonia de sectarismo político-ideológico, procurarse documentación al respecto y más teniendo en cuenta que ésta es pública. La pueden consultar a través de la red internet, la pueden solicitar directamente a nuestro partido o, en su defecto, Juan Luis Cebrián podría —si la memoria no le juega una mala pasada— despejar todas sus dudas.


Particularmente ridícula y desvergonzada, desde el punto de vista intelectual, es la alusión a «la dialéctica de los puños y las pistolas», elevándola a la categoría de «doctrina fundacional». Podríamos explicar hasta el empalago el sentido último y el contexto en el que se pronunció dicha frase, pero también podríamos citar y con la misma resolución decenas, por no decir centenares, de frases, párrafos enteros, perfectamente documentados, mucho más chirriantes e infinitamente con mayor carga delictiva salidas de labios o de la pluma de notables dirigentes del llamado Frente Popular.


FE de las JONS es un partido político que, desde su inscripción en el registro correspondiente —1977—, ha acatado la legalidad vigente y ha operado siempre dentro de las reglas del juego democrático. Nuestras ideas sobre la defensa de la unidad nacional frente a los separatismos de toda laya y de una justicia social radical parecen, empero, molestar a quienes se sienten más cómodos instalados en un país roto y enfrentado y al socaire de todo tipo de oligarquías, sean de derechas o de izquierdas. No importa. Las mentiras de los poderosos ni han cambiado ni cambiarán nuestra línea de compromiso con España y los españoles.

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