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sábado, 14 de noviembre de 2009

Desde algunos ámbitos se mira con lupa las campañas que usan el erotismo para llamar la atención y estimular el deseo de compra, porque, en general se hace con mujeres que muestran sus desnudeces o posan de manera insinuante u oferente. La sugestividad publicitaria para inadvertida entre productos para bebés ( alimentos, ropa, higiene, transporte ), porque no hay sexo explícito.


Por sí la maternidad no estuviera ya colgada de mitos, ideologías y ornatos, que sobran al hecho mismo, bastante trabajoso, la sensualidad mediática le incorpora el ideal de eugenesia de principios del Siglo XX, ese que el gobierno alemán nazi quiso hacer realidad con un programa de mejora de ganadería aplicada a los humanos. No hay publicidad sobre la maternidad que no presente a una madre bella y llamativa con un bebé hermoso. Pasando a lo de siempre, juntando rubios con rubias, ajenos al evidente mestizaje.


El bebé es el bebé. A esa edad ni le dejan ser otra cosa, ni podría. Aunque estén ganando dinero con él, no está trabajando, así que práctica pasivamente una actividad legal como la del rentista o la del miembro del consejo de administración de un banco. Los rorros son unos egoístas hijos de puta, están ahí nada más que a mamar y aquí me la den todas.


La modelo es mujer. Ni cuotas, ni paridad, ni igualdad de género. En el caso del arquetipo, la mujer no es madre. A lo mejor se tira veinte años en la etiqueta del producto, sin haber tenido tiempo o ganas de parir.... eso sí.... seguirá " per secula seculorum " con la cara en el rechoncho culete del chiquitín que nunca va a tener....
El estilista, el publicista, es el que decide quién es hijo de quién para el anuncio y eso.... si lo piensas bien..... es brutal. Los padres que vayan a comprar el producto, viven con pánico el que una enfermera de maternidad, les diga como el anunciador: " ... a este niño o niña le va como madre la de la foto del bote de leche... " y le cambien al hijo.
Yo que no soy madre y un padre como el zángano de la colmena, pienso que sería muy triste ver como durante años y años mi pequeño figurará en una fotografía multiplicada por muchos botes con una mamá que no es la suya. La auténtica tendrá muy baja la estima ( digo yo ) porque ha aceptado que no es suficiente buena o no está lo bastante " buena " y " maciza " para ser la madre de su hijo a los ojos de lo compradores y clientes.


De ahí que no se plante, y.... grite: " ¡ No sin mi hija ( o hijo ) ! " y reivindique ser madre natural y comercial, en la realidad y en la publicidad, en la vida y en el producto. Pese a su redondez y su lascividad, pueden hacer dramas detrás de las cálidas imágenes de maternidades que identifican los productos destinados a la crianza.


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