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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Atravesando el abismo de la ignorancia

Circula por la Red un pequeño reportaje sobre un grupo de escolares de un país de sudamérica que, para acudir a su escuela, tienen que atravesar cada día un profundo precipicio de más trescientos metros. Para amortiguar el golpe que causaría la bajada libre se acoplan un arnés y colgados por un cable pasado por una oxidada polea, se descuelgan hasta llegar abajo.
La misma aventura cada día para ir a recibir clases y luego, para volver a sus casas.
Ahora, me pregunto por lo que les pasa a los estudiantes de este territorio, cuando desperdician la oportunidad de acudir al centro docente, porque consideran que estudiar es una tortura o un castigo. Fracaso, absentismo, conflictividad en las aulas, contrastan con el ejemplo admirable de los " niños del cable "...
Ahota, quieren ampliar la escolaridad obligatoria hasta los dieciocho años... Pues, que lo hagan. Ampliar la educación es extender la formación a individuos que no podrían adquirirla en su puta vida sin una medida como ésta, severa y rigurosa.
Considero que adquirir conocimientos, aprender, es vital, aún a sabiendas de que sólo aprende el que quiere. El verbo aprender, como el verbo amar, no se puede conjugar en imperativo, al igual que el verbo beber ( alcohol ), esnifar ( cocaína ), fumar ( porros ) y follar ( sin condón ).
Me diréis que habrá que preguntarles a los protagonistas, porque ya tienen edad de pensar y de decidir, como en el tema del aborto según el gobierno. Probablemente te dirán que no. Pero eso también te lo dicen, a los diez, a los doce, a los catorce y a los dieciséis años. Entonces.... ¿ qué se hace ? ¿ Se deja fuera de la escuela a todo aquel que no quiera ir, tenga la edad que tenga ?
Se me dirá... que bastante absentismo y fracaso escolar hay ya, para meterse en este nuevo fregado, entendiéndose como lo hace la mayoría, que " enseñanza obligatoria " es sinónimo de " trabajos forzados "....
Esa valoración negativa y estúpida pone contra las cuerdas a cualquier gobierno y a los profesionales que la llevan a cabo.
Pero hay que pensar que, mientras el mercado laboral esté como está ¿ qué sentido tiene tener y dejar a una ingente cantidad de " zánganos " vagando y deambulando por las calles ?
Claro que, también, si se tomara esta medida, a las familias se les plantearía un nuevo reto: persuadir a los hijos de la importancia de seguir estudiando. Aconsejo para encontrar algunas razones, el libro: ¿ Por qué tengo que ir a la escuela ? del pedagogo alemán Sr. Von Henting en el que explica a un sobrino suyo, a través de veintiséis cartas, por qué resulta esencial estudiar.
Aunque me decanto más, por un sistema más flexible, alternativo de estudio y de trabajo en prácticas, en lugares de aprendizaje externos al centro docente, en experiencias laborales combinadas con programas teóricos. Habría que estimular la participación de los estudiantes en la organización y gestión de las instituciones, empresas y de los currículums.
De esta manera, se podría dar un revulsivo para reinventar una escuela más dinámica, menos academicista y más cercana a los intereses de quienes quieren aprender. Habría que mejorar la oferta educativa, en calidad y cantidad.
Si aprender es apasionante ¿ por qué muchos lo aborrecen ?. Al igual que Churchill, pienso que posiblemente, me encanta aprender pero no me gusta que me enseñen...
Aumentar la formación, acabaría beneficiando a todos. Tener a personas más preparadas y capaces sería bueno para los interesados y para la sociedad en su conjunto.
Vuelvo a recordar a los pequeños sudamericanos atravesando mediante un cable, el precipicio... EL ABISMO DE LA IGNORANCIA....
" J " ( Jota )

    
  

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