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sábado, 12 de febrero de 2011

La Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), entidad muy afín al PSOE, ha denunciado a Intereconomía ante el Consejo Audiovisual de Andalucía por unas “palabras de Xavier Horcajo que en su programa de Intereconomía Televisión ha querido degradar a Carla Antonelli y a las personas transexuales en general dudando de su género, su nombre y su realidad”. ¿Y qué dijo Horcajo? Pues se refirió a la transexual Antonelli como “Carla, Carlos, Carlitos, Carlines o lo que sea” y la presentó como “esta señora de aspecto lozano”. Tras citarla como “chica, chico, chique, lo que sea”, Horcajo dijo que si el PSOE quería mostrar su respeto por la pluralidad “me gustaría más que hubiera incorporado a alguien con Síndrome de Down o que incorporase a alguien enfermo de SIDA”.

Las menciones chistosas a Antonelli podrán gustar o no, pero no son insultos. Las preferencias personales de Horcajo para las listas del PSM son opiniones más o menos discutibles, pero no son insultos. Si la FELGTB buscaba un pretexto para censurar a Intereconomía, ha elegido uno muy pobre. Insultantes son ciertas marchas convocadas por la FELGTB en las que se han lanzado todo tipo de ofensas contra los que no opinan como esa asociación. Insultante es que la FELGTB equipare a los terroristas de Hamás con Israel, sobre todo teniendo en cuenta que en la Gaza controlada por Hamás ser homosexual es motivo de persecución, mientras que en Israel -que es un país democrático- los homosexuales gozan de total libertad.

¿Es Carla Antonelli un ejemplo del respeto que exige la FELGTB?

Me pregunto qué habría dicho la FELGTB si Intereconomía se hubiese referido a Antonelli con expresiones tan despectivas como “parásitos púrpuras que a modo de sanguijuelas se nos han pegado al cuello desde hace dos mil años”: escrito por la propia Antonelli refiriéndose a la Iglesia, en un artículo publicado por El Plural en diciembre de 2008. En octubre de 2009 Antonelli participaba en un polémico calendario que ridiculizaba a la religión católica. En diciembre, tachaba a la Iglesia de “unas de las peores plagas que han infectado este planeta” en otro artículo en El Plural. El 14 de abril de 2010, en su web carlaantonelli.com se refería al Vaticano en estos términos: “estos señores tienen que terminar con sus huesos en la cárcel”. En octubre, Antonelli participó en una protesta ante la sede nacional del PP en la que se exhibieron pancartas con lemas como “la derecha no folla pero jode”.
Visto lo visto, entre Antonelli y el más joven de mis tíos, que tiene Síndrome de Down, yo como que me quedo con mi tío, que demuestra ser mejor persona… Aunque me parece que mi tío nunca se metería en un partido que ha hecho todo lo posible para autorizar la eliminación antes de nacer de todo niño que tenga el Síndrome de Down.

¿Por qué recurren a órganos de censura y no a los juzgados?


Copio literalmente un párrafo del comunicado de la FELGTB:


“La FELGTB entiende que se trata de una agresión transfóbica contraria a la ley y ha interpuesto una reclamación ante el Consejo Audiovisual de Andalucía que ya elevara la queja particular por la que se multó la homofobia de Intereconomía.”


Desde luego, no veo dónde está tal “agresión”, pero si la FELGTB lo entiende así y considera que Horcajo ha vulnerado la ley, ¿por qué no le llevan ante los tribunales? En una democracia, los encargados de juzgar si algo constituye un abuso de la libertad de expresión son los jueces. El castigo a cualquier posible abuso de la libertad de expresión sólo corresponde a órganos políticos como el CAA en regímenes autoritarios donde no existe la separación de poderes ni el derecho a la tutela judicial, como ocurre en las dictaduras. Un órgano político de censura, en especial cuando lo controla un partido político afín al denunciante, supone para éste la garantía de que su denuncia no será vista por un juez independiente, sino por cargos políticos, con evidente interés de parte en el caso. Esto garantiza, además, la indefensión del acusado. ¿La FELGTB tiene miedo a que un juez no le dé la razón y por eso recurre a un órgano político de censura controlado por sus amigos del PSOE?


La descarada doble vara de medir del PSOE ante los insultos


A su vez, el Partido Socialista de Madrid ha pedido a Intereconomía “el cese de Xavier Horcajo por sus inadmisibles manifestaciones hacia Carla Antonelli”. Tomás Gómez, secretario general del PSM, ha dicho que “no es la primera vez que se insulta gravemente a una persona en este país en ese medio de comunicación”, y tras mencionar los anuncios que aparecen en Intereconomía TV, ha afirmado: “exigimos también que el gobierno del Partido Popular de la Comunidad de Madrid deje de financiar ese medio de comunicación”.
Las declaraciones de Gómez son el colmo del sarcasmo si tenemos en cuenta que un importante dirigente del PSM, el alcalde de Getafe Pedro Castro, insultó en diciembre de 2008 a “los votantes de la derecha” tachándoles de “tontos de los cojones”. A pesar de la gravedad del insulto, Castro no sólo no fue cesado de sus responsabilidades en el PSM, ni el partido le recriminó ese insulto, sino que tampoco le exigió dimitir ni como alcalde de Getafe ni como presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, cargos que sigue ocupando hoy en día. El portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, David Lucas, llegó a calificar aquel insulto como “una anécdota”. Se evidencia una vez más, así pues, que para el PSM hay dos varas de medir el respeto: una para la izquierda y otra para la derecha.
De hecho, no se vió al PSOE exigiendo a PRISA el cese de Maruja Torres como columnista de El País, ni hizo petición alguna para cancelar la publicidad institucional en ese medio cuando Torres llamó “hijos de puta” a los votantes del PP tras las elecciones municipales de 2003. Tampoco se vio al PSOE exigir el cese de Daniel Anido y la supresión de la publicidad institucional en la Cadena SER cuando Anido llamó “pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados” a varios periodistas críticos con el gobierno desde la emisora de PRISA. Es más: cuando Víctor Manuel llamó “hijo de puta” al portavoz de la Conferencia Episcopal, el PSOE no sólo no se lo reprochó sino que cuatro meses más tarde se jactaba de su respaldo a la “Plataforma de Apoyo a Zapatero”.


Tomás Gómez y el extremismo ideológico: la paja en el ojo ajeno


Lo más hilarante es ver a Gómez diciendo que Intereconomía “representa el extremismo ideológico más bochornoso que nunca hemos tenido la oportunidad de escuchar”. Esto resulta irónico viniendo de alguien que milita en el partido de Pablo Iglesias, un señor que hacía apología del terrorismo desde la tribuna del Parlamento. Hablamos del mismo partido que ha compartido filas en la Internacional Socialista con los partidos de los depuestos dictadores de Túnez y Egipto. Desde las filas del PSOE se ha defendido la censura de webs por vías extrajudiciales -la famosa Ley Sinde-; la violación de los derechos constitucionales de los ciudadanos mediante la imposición lingüística del catalán y del gallego en las escuelas; las multas lingüísticas a los comerciantes catalanes que rotulan sus negocios en castellano; han logrado aprobar una ley que consagra la discriminación sexual más radical, al castigar ciertos actos y conductas de forma desigual en función del sexo del condenado, siendo delito si lo comete un hombre y falta si lo comete una mujer; incluso han llegado a proponer cosas tan aberrantes como el suicidio asistido; y en lo más grave de todos los años que llevamos de zapaterismo, han conseguido aprobar la ley más brutal e injusta de la democracia, una ley que convierte en derecho algo tan horrendo como matar a un ser humano inocente e indefenso en los primeros meses de su vida.


La verdadera causa de la campaña de acoso contra Intereconomía


Todas esas muestras del más brutal de los extremismos ideológicos han sido criticadas desde los medios del Grupo Intereconomía. Es por eso, precisamente, por lo que el PSOE y sus afines están desarrollando una campaña de acoso muy similar a la que desataron contra la COPE durante el primer mandato de Zapatero. Se trata de una campaña cuyo fin más que evidente es someter a los medios que no coinciden con los dictados ideológicos del gobierno socialista, valiéndose para ello de excusas tan pobres como la que ahora utilizan el PSOE y sus amigos de la FELGTB. De lo que se trata aquí es de que Intereconomía se someta al discurso progre o eche el cierre. Y como en las dictaduras -un tipo de régimen que los socialistas han asociado numerosas veces a su conquista del poder-, para ello recurren a organismos de censura impropios de una democracia. Desde luego, lo denunciable aquí no es que en un medio se hagan comentarios chistosos: lo denunciable es el empeño del partido en el poder por perseguir, multar y censurar a los discrepantes.



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