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lunes, 7 de diciembre de 2009

Con paso corto, no van a ninguna parte en concreto, vueltas y vueltas, pensando en los sano que resulta para la salud pasear sin prisas, lo mucho que lo agradece la musculatura ya algo ajada, el exacto reloj del tiempo no paró hasta llegar a resolver la conclusión que ajusta las distintas etapas de la travesía del desierto de la Vida.
Llegada la hora de haber vivido casi de todo se emplazan en otras dimensiones, donde los valores primordiales tienen otros sentidos, algo se minimiza en sus ánimos cuando al pasar, sus figuras se reflejan en algún escaparate cercano a su ronda y ven crecer en otros campos habilidades otrora sin acceso directo. A pesar de ello, esa fase les trae vivencias de serenidad, sosiego, descanso y ocio, antes imposible de conseguir, en esa dorada placidez de sagrada templanza y profunda reflexión interior sobre el hecho de vivir, por haber aprendido en los años vividos, los resortes que conducen a adquirir seguirdad, sapiencia y a desdeñar turbulencias e inquietudes... que han sido, son y serán del todo infructuosas en su apaño.
Cuando todo es agilidad se reproduce la tremebunda carrera por conseguir todas las metas soñadas, de no perderse ningún tren e incluso de subirse en marcha, el brío y la fuerza interiores hacen arrancar motores que más tarde cuestan encender, la energía de la juventud arremete, acomete impulsiva, marcando las reglas naturales con todo su color. La futilidad e inutilidad, la decadencia, el ocaso, el descenso, el declive se escribe con letras minúsculas, no se suscribe a ningún modelo establecido por la sociedad actual, no responde a criterios que pretenden avances y estructuras modernas. Así pues, ellos siguen su camino en distinta dirección, siempre ha sido así, no aceptando la derrota, ni mezclándose con los abyectos zombís y aprendiendo a vivir en un mundo aparte.
En todo caso, cuando el tiempo apremia lo hace para todos, volviendo a andar lo andado por el circuito desolado de la Esencia....
- J -

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