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miércoles, 1 de junio de 2011

" Un escritor se hace preguntas, un político promete ( en falso casi siempre ) respuestas y soluciones. El escepticismo es sano porque el que duda sabe que duda, y por lo tanto conoce, como bien dijo San Agustín ". - Lord Voldemort.

Hay muchas teorías sobre las razones por las que Ernest Hemingway decidió desayunar dos mortales disparos de escopeta en su retiro en las montañas de Idaho y no dudo de que alguien le haya reprochado que hiciese tal cosa sin consultar antes con su dentista. Periodista y escritor, el inmenso Hemingway perteneció a una generación de prosistas norteamericanos unidos por varias circunstancias vitales. Se dijo de ellos que eran la " generación perdida " y aunque sean ciertos los motivos por los que fueron bautizados así, yo creo que lo que les unía no era sólo un estilo de entender y narrar la Vida, sino una manera de sufrir con los placeres y, sobre todo, una forma de beber. En el caso de Hemingway, yo me sumo a la idea de quienes sostienen que si se suicidó fue porque su imaginación ya no podía proporcionarle los goces que le negaba la existencia. Incluso si fuese cierto que muchas de sus mayores proezas como hombre fueron sólo el producto de su fantasía, se comprenderá que sufriese lo indecible al darse cuenta de que su memoria le impedía recordar con detalle todas aquellas cosas tan dramáticas y tan hermosas que si tanto le llenaban era sin duda porque jamás le habían sucedido.
Seguramente su melancolía desde su retiro en las montañas, le hacía sentir una dolorosa nostalgia por el tiempo vivido y sucumbió trágicamente al darse cuenta de que su deterioro mental le impediría conmemorar los aspectos literarios de una biografía por lo demás a menudo inquietante y tormentosa, mezcla de policía y fugitivo, lírico y a la vez iracundo, como aquellos colegas suyos expatriados a París, entre ellos Francis Scott Fitzgerald, que escribía para ganar con una mano el dinero con el que pagar putas y alcohol con la otra mano.
Hay que estar en la cabeza de aquellos tipos o haber vivido o vivir como ellos para conocer con seguridad las razones de su conducta y aun así es probable que lo que me revelasen sus pensamientos no fuese en absoluto más preciso que lo que de ellos me dijesen sus vómitos.
A punto de cumplirse cincuenta años de su muerte, Ernest Hemingway sigue siendo un escritor extraordinario y un personaje formidable y en cierto modo, como el que suscribe, desconocido.... Puede que las mujeres que convivieron con él supiesen cómo era con ellas aquel sujeto, y que sus lectores no duden de cómo era el escritor, pero estoy seguro de quien de verdad conoce al hombre Hemingway y al ser humano abajo firmante, es un tipo con forma de botella llamado Johnnie Walker. Y eso es así porque Johnnie Walker es el único individuo que sabe con certeza que a cierta clase de escritores los remordimientos le afectarán a su conciencia justo cuando por los excesos de vivir su hígado deje de funcionar....
-Lord Voldemort- 

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