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miércoles, 1 de febrero de 2012

Me debato desde hace algún tiempo en la duda de si mi vida anterior fue la consecuencia de una actitud amoral o el resultado de un exceso de vigor físico. Hay aspectos de la maldad humana que de donde surgen no es de la negligencia ética y moral, sino de la capacidad energética que un hombre pueda tener para realizar los esfuerzos físicos que a veces requieren errores, según desde donde se miren. Muchas madrugadas me entretuve en pensar sobre esto mientras permanecía a merced de las tentaciones e imbuido en la lascivia, y aunque no fui capaz entonces de resolver mis dudas, conté con la ayuda de tipos bregados y sin escrúpulos que sabían por propia experiencia que una sesera reflexiva ayuda menos a la regeneración moral que su cuerpo extenuado de saraos y fornicaciones varias. Ahora que pasaron unos cuantos años, me doy que mi amigo el ex boxeador Ángel Mengüy tenía toda la razón del mundo mundial, la madrugada en la que en un puticlub me dijo: " en el transcurso de un combate los golpes tienen la intención de hacer daño, hasta que en el último asalto te das cuenta que has perdido potencia en los brazos y te cuesta mover las piernas, así que te das cuenta que se esfuma la furia y aparece la conciencia, sintiendo ganas de ponerle el " caca " a tu adversario ". Fue en su combate frente a J. L. " Caracortada " cuando mi viejo amigo se coronó campeón de Melilla y empezó la cucaña de su fiesta en pleno declive de su carrera. Y entrado en años, me dijo aquella noche en el puticlub, algo que ya reelaboré para ponerlo en boca de un abatido personaje del " Café Musical ": " He llevado mala vida, muchacho, pero fui feliz mientras me equivocaba. No necesitaba recapacitar para tener razón. Era joven, amigo mío. Y cuando eres joven, la conciencia no te reprocha nada que te tolere la próstata ".
-Lord Voldemort-  

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