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martes, 31 de enero de 2012

En tantos años de callejeo me he dado cuenta de que se puede ser amoral y decente al mismo tiempo, igual que una rana vive en el agua y lo hace también en la orilla. Un tipo que una vez asaltó a un conocido mío le exigió que le entregase el único billete que llevaba encima y le simultáneamente a ello le dijo que le traería el cambio la semana siguiente. Le entraron dudas, pero lo hizo. El atraco fue inmoralidad, pero no negaré que la actitud el chorizo fue decente. Creo que fue el mismo año que una puta ( profesional ) me prestó dinero para que pagase a continuación sus servicios en el burdel. A mí al principio no me pareció muy ético aceptar su dinero, pero lo entendí, porque para ella hubiera sido indecente follar gratis. Su explicación fue de una gran franqueza, apabullante: " Estamos en mi trabajo, soy una profesional y no puedo acostarme gratis contigo. A este lado de la puerta de la calle mi conciencia le deja su sitio a mis intereses, cielo. Si te adelanto el dinero no es porque seas mi amigo, sino para que entiendas que aquí eres mi cliente. Tú dirás que soy tu musa o algo por el estilo, y eso está muy bien cariño, pero te aseguro que cuando me pongo la ropa de faena, sólo soy una máquina de fornicar mecánica con una ranura para las monedas ".
Para ser inmoral, resultó ser realmente una chica muy decente, digna, que me prestó su dinero para que después de pagarle aún le quedase a deber. Y puedo jurar que en mi vida el suyo no fue un caso aislado. Una mujer colombiana me invitó a que le acompañase de madrugada a su casa desde el garito en el que trabajaba. Me dijo : " No suelo traer hombres a mi casa porque soy decente. Esta noche es distinto porque en mi cama duerme mi hijo de seis años y me hace ilusión de que sepa que entre sueños lo arropó un hombre ".
Lord Voldemort.- 


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