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miércoles, 26 de agosto de 2009

En un Estado de Derecho como el nuestro, constitucional, europeo, veo asombrado como a diario el respeto a la Ley se vicia. La carta magna proclama la presunción de inocencia y, a pesar de ello, la sociedad en pleno transige con dicha sospecha o conjetura, cambiándola de facto por la de culpabilidad. Pues no señor; nadie es hipotético reo, todos somos presuntos inocentes. Leo y oigo hablar de " presunto culpable ", del " presunto asesino ", etc., sin azoramiento alguno. A partir de tal imprudencia e insensatez, aquella presunción se sustituye en mas ocasiones de las deseables por la pena de banquillo o el ajusticiamiento mediático, social y privado. El " injuria que algo queda " ha tomado carta de naturaleza erigiéndose en una cuestión habitual y común, y aún siendo grave, lo peor es que todo el mundo es cómplice. Pero hasta cierto punto lo veo normal, porque si de una cosa está ansiosa y sedienta esta sociedad es de: sangre.
Se realizan detenciones, en las que al final, los que parecían malos, resultan ser buenos. Sus causas acaban en sobreseimientos y sin reproche pneal alguno. Da igual, la máquina de majar no se para como si de un circo romano se tratara. La Ley de Enjuicimiento Criminal ordena que la persona a quien se impute un acto sancionable deberá ser citada, a no  ser que la ley disponga lo contrario, o proceda su detención y sólo en casos excepcionales como, por ejemplo, el delito in fraganti, el fugado o el declarado en rebeldía, se puede proceder a arresto. Y cuando no haya más remedio que detener u ordenar su ingreso en prisión, se hará en la forma que menos perjudique al incriminado en su persona.
Otras veces veo cómo se prorroga sine die el secreto sumarial, vulnerándose el Derecho de defensa del ciudadano, que no sabe, ni conoce, ni él, ni el letrado que lo representa, por qué se le ajusticia. La legítima defensa es la príncipal garantía del ciudadano frente al baldón, es el contrapoder y lo ejercen los abogados y debe de ser respetado. También por eso en sus foros de expresión no se cansan de reclamar una y otra vez el cumplimiento de la Ley.         

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