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lunes, 18 de mayo de 2009

A medida que pasan los años, el mundo se va comprimiendo. Se vuelve más pequeño. Vas a cualquier sitio y encuentras a alguien al que conociste hace algún tiempo, en tu peregrinar por el desierto de la Vida. A menudo ocurre que paseas por la calle y un transeúnte, que no recuerdas haber visto nunca, se te acerca a saludarte.
Supongo que el hecho de conocer a tanta gente es fruto de la edad. Si hago cuentas he pasado casi treinta años de mi vida en la calle. El resto lo pasé en mi casa. He tenido varios hogares en el transcurso del tiempo y, sí... he conocido a muchos semejantes.
He gastado la vida en dormir, trabajar, entablar relaciones personales y deambular.
Tengo que hacer un esfuerzo considerable para recordar y ubicar correctamente en el tiempo a los viejos conocidos. Algunas veces los confundo con esos otros personajes ficticios que se ubican en tus sueños y en tu imaginación... Además ¿con cuántas personas he mantenido conversaciones, largas o fugaces, a lo largo de la Vida? Estoy seguro de que podría poblar una ciudad entera con los habitantes de mi pasado y de mis quimeras, alucinaciones, utopías y deseos vehementes y lascivos...
No sé si el mundo se vuelve cada vez más pequeño o soy yo el que se encierra en sí mismo para crear un mundo a mi medida. Llegará, y a veces me da la sensación de que ya está aquí, el día en el que no haya nadie extraño en mi vida, por que no veo a nadie...
Entonces me dedicaré a pasear por las calles de la ciudad que estoy construyendo y saludaré afablemente a los habitantes que, a lo largo de la existencia, he ido creando....    

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