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sábado, 9 de mayo de 2009

De atropello, de abuso inquisitorial, se puede catalogar lo que viene haciendo la SGAE., en los últimos tiempos, sobre todo cuando, entre otros vilipendios recaudatorios usureros, cobra a quienes realizan espectáculos artísticos con fines benéficos. A este paso no va a poder uno tararear una canción por la calle, o en cualquier otro sitio vaya ser que te pillen y te exijan el "impuesto revolucionario".
La última hazaña, obligar al abono de cinco mil euros a la familia que se vio favorecida con la actuación desinteresada de David Bisbal en un concierto organizado para recaudar fondos que irían a parar a proporcionar cura y alivio a un niño que padece la enfermedad de "Alexander". Una afección neurodegenerativa letal.
Se parapeta en éste y en todos los otros atropellos, la susodicha sociedad en que "ha sido absolutamente respetuosa con la Ley de Propiedad Intelectual", que no permite la concesión de licencias gratuitas....." (¿¡ !?)
Y se pregunta uno, ¿ni siquiera para servir a unos fines humanitarios? ¿Y, sí así es, es justa la Ley?
Claro que se le ha devuelto a la familia la cantidad referida, pero no ha sido de motu propio, sino tras el clamor de los medios de comunicación y de las personas que aún quedan con cojones y ovarios para hacer frente a la Neo-Inquisición,  y junto con algún que otro político que aún le queda huevos.
Dicha sociedad, también, no hace poco, cobró por conciertos benefactores, como fue uno para la construcción de un hospital en el Sáhara Occidental, o aquel en recuerdo de las víctimas del 11-M. Inaudito. Inconcebible. Atroz.
Sería conveniente que ciertas providencias de la indicada Ley fuesen revisadas, sobre todo cuando el artista realiza una actuación de manera altruista, gratuita, que lo honra...
Continuar así, sería incidir y reincidir en tropelías, arbitrariedades y desafueros que no tiene razón de ser.....     

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