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lunes, 16 de mayo de 2011

La República de Weimar

Quitar el dinero a los parados y a los pensionistas españoles para ponerlo en manos de banqueros y de inmigrantes ilegales. La inversión de la leyenda robin hoodiana convertida en el santo grial de la moral económica socialista. Miles de familias españolas han descubierto ahora el verdadero alcance de esa ley de dependencia, de esas ayudas al alquiler y a madres sin recursos, de ese millón doscientos mil empleos para mujeres, de esa devolución de 400 euros en la renta…Todo mentira. Todo una burda patraña. El partido en el Gobierno sólo sirve recta y eficazmente a los nacionalistas radicales, a los resentidos de la guerra civil, a las ‘ feminazis ’, al ‘ lobby ’ rosa, a los ‘ sin papeles ’ y, en general, a los grandes especuladores, corruptos y prostitutas que no supieron ni quisieron aprovechar los años de ‘ vacas gordas ’ para reinvertir sus beneficios.

Lo de España es también extensible a esa Europa en la que ya apenas nos reconocemos y a la que se le está poniendo cara rancia de república de Weimar. Sus analistas y sus expertos nos ofrecen un diagnóstico incompleto a la hora de valorar la crisis. No es sólo una crisis del sistema económico imperante desde hace lustros; la crisis viene también dada por el declive ideológico y la regresión de los valores que hicieron grande al Occidente cristiano. No entender esto es no entender nada. El tinte y el análisis con los que se presenta el por qué de la crisis no sólo son engañosos, sino que además son completamente falsos.
Durante años vivimos una aparente opulencia bajo la que, sin embargo, existía un poso de desesperanza y una tendencia a eludir la realidad consumiento y creyendo todo aquello que nos proponía aquel puñado de farsantes. En esa atmósfera se multiplicaron y crecieron los gérmenes de la crisis actual. Durante los últimos sesenta años se ha producido un reavivamiento de todo lo que careciera de algún valor moral o espiritual. Pasamos a convertirnos en simple mercadería económica y electoral. Las creencias más genuinas fueron desechadas en nombre del nuevo orden y reconvertidas en espacios festivos sólo aptos para el feroz consumo y el lubridio. El hombre perdió su valor esencial para convertirse en una simple y fría estadística al servicio de unos sistemas corrompidos, sin alma y sin vocaciones trascendentes.
Por lo tanto, la falta de capital humano para conjurar una crisis como la actual ha sido el resultado del desestimiento de cualquier propósito que no pudiese ser canjeable en una cuenta de resultados. Algunos, pocos, defendieron inútilmente la necesidad de crear sociedades fuertes, independientes, orgullosas de su cultura y enemigas de la corrupción que el capitalismo sin alma por un lado y las partitocracias por el otro han sembrado en el espíritu humano. Fueron silenciados o anatemizados como peligrosos enemigos de las libertades e incluso de la unión europea.
La degeneración de los sistemas partitocráticos ha contribuido a la profundización del abismo social y económico en la sociedad y a una intensificación de la inestabilidad política que ha provocado el alumbramiento de ‘ falsos profetas ’, putas y de políticos que defienden la multiculturalidad y el relativismo ético. El remedio puede ser mil veces peor que la propia enfermedad que nos aflige.
La crisis económica y moral se han agravado con el incremento de la inmigración a gran escala y con la mixtificación cultural de las sociedades occidentales, incluida la estadounidense, lo que ha transformado de forma radical sus patrones de desarrollo. La tragedia de estos experimentos es que, cuando por ejemplo visitamos París, nos resulta ya más fácil reconocernos en el interior de una ‘ kasbah ’ moruna que en la ciudad de los geniales impresionistas o en la patria chica de Maria Sklodowska. Sin el genio creador del hombre occidental, diluido como un azucarillo en las procelosas aguas de la multiculturalidad, las dificultades se multiplican.
La inseguridad, la corrupción mental, la debilidad moral, la falta de objetivos intrahumanos, la prostitución de toda índole y la inconsciencia de vivir bajo la pesada carga de un sinfin de gastos inducidos han aumentado la frustración y la desesperación de millones de ciudadanos que, sin embargo, siguen creyendo a falta de algo mejor en las viejas y apolilladas fórmulas políticas y económicas que nos han traído hasta aquí.
La creencia de que no podemos dejar la solución de nuestra crisis en las mismas manos que la ha provocado y el desinterés de los sectores privilegiados por cualquier cosa que no sea la de salvarse ellos mismos, empujaría a millones de electores a los brazos de un proyecto social, moral, económico y político, por desgracia inexistente, que nos aportase ilusión y galvanizase nuestro rechazo a la colosal corrupción de nuestros políticos, la insaciabilidad de los banqueros, la adulteración de todo lo que carezca de valor secular y la actitud farisaica de las castas estamentales.
Es triste que millones de padres no puedan ofrecer algo mejor a sus hijos que lo que este sistema inmoral, corrompido y nihilista haya previsto para ellos. ¿ Quién le pondrá el cascabel a esta gatuna república de Weimar ? Finlandia nos ha dado la respuesta.






-Lord Voldemort-

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