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sábado, 24 de septiembre de 2011

ESPAÑA ¿ UNA NACIÓN A LA DERIVA ?

El 29 de diciembre de 1978 encontrándome destinado en Barcelona, se promulgaba, tras su ratificación en referéndum, la Constitución española, después de un largo proceso constituyente que se habían iniciado en 1977, a partir de las primeras elecciones democráticas de junio de aquel año que ganaría la UCD. Nuestra Carta Magna fue fruto del consenso de las principales fuerzas políticas de la época, que representaban el sentir mayoritario de una sociedad con ansias de libertad y que estaba dispuesta a establecer un marco normativo-jurídico que garantizara en el futuro la estabilidad política y social de España. Los redactores del texto constitucional, los llamados padres de la Constitución, representaban a aquella España que demandaba el cambio democrático, y lograron un texto que satisfacía las expectativas de las fuerzas políticas democráticas parlamentarias, superando las fronteras ideológicas de los principales partidos en pro del máximo consenso. En aquel momento, España renacía a la democracia y, pese a las diferencias políticas, se antepuso el objetico común de reconstruir la nación y mirar con esperanza al futuro. Es cierto que la España de entonces no es la misma que la de ahora ( llena de bandarras ), y que en aquel momento aspiraba no solo a un futuro mejor sino además integrado en el espacio de las democracias occidentales. El 1 de enero de 1986, estando ya destinado en la Comisaría de Torremolinos-Benalmádena, en un grupo de investigación de delitos menores, se cumplía ese objetivo y España se integraba de pleno derecho en la CEE. Su entrada en Europa se había presentado como el último reto pendiente desde la Transición ( sufrida entre otr@s por las FF. y CC. de Seguridad del Estado, con muertos por doquier ), el avance definitivo hacia la plena consolidación democrática. Los años de bonanza que sucedieron a la crisis de principios de los noventa parecían ubicar a nuestro País en la cresta de una ola de desarrollo imparable. Todo parecía esperanzador mientras la economía de la nación experimentaba un fuerte crecimiento ( y alguno de nuestr@s jóvenes y " jóvenas " se creían -y creen- familia de la Koplowitz ) y la imagen de modernidad de España suscitaba el interés del resto del Orbe. España fue hasta el 2007 un ejemplo de modernización y de empuje social y económico, que eran acompañados de medidas sociales de renovación de un País que parecía haber soltado definitivamente el lastre de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco. Hoy, al menos yo, lo sabía y lo sé, que aquel crecimiento se asentaba sobre terrenos de marismas y que tenía los pies de barro. Pero entonces se creía que la política estaba haciendo su papel, conduciendo a la Nación por la senda correcta. A partir de 2008 la crisis económica y de todo tipo que afecta a los países desarrollados, está poniendo en tela de juicio muchos de los cimientos sobre los que se había asentado un ficticio proceso de transición a la democracia. El consenso político se ha hecho añicos en los últimos años, producto de políticos mediocres.
Los ciudadanos podíamos haber entendido perfectamente, de haberse explicado adecuadamente, las razones de determinadas actuaciones ante una crisis financiera promovida por el sector privado, pero un oscuro sentido de la política concebida al margen de la sociedad, que está incurriendo en un populismo impropio de una izquierda que ha perdido el rumbo democrático, está situando al País ante una deriva de consecuencias apocalípticas. La solución no está desde quienes desde la derecha alientan el cambio de gobierno, porque las grandes decisiones sobre la crisis no se toman en nuestra Nación. El problema se halla en el secuestro de la Democracia y La Libertad por parte de los mercados y mercaderes de toda índole, los cuales mueven a su antojo los hilos de la Política. Los ciudadanos no cuentan para nada ( solo para pagar ) y el discurso ramplón, diplomático ( leáse hipócrita ) y populista se extiende, amparado en unos medios de comunicación que no ejercen ningún papel de contrapoder. Los grandes agentes financieros y de las organizaciones del hampa mundial determinan el camino a seguir de unos Estados que han perdido su soberanía en detrimento de un " control pseudocomunitario " que aparece, al menos ante mis ojos, de una manera difusa, incierta y delictiva. Mientras España, para ganarse la confianza de los mercados y de las mafias ha puesto  el acelerador a la reforma de La Constitución, Francia aún no lo ha hecho y otros no lo harán nunca. Mientras en Alemania los ricos proponen un impuesto para sus propias rentas, en España todos gritan: " maricón el último.... "
Y así, mientras tanto, asisto perplejo a un debate sin fin sobre una crisis interminable, a desmantelamiento de España como Patria única e indivisible, sin futuro, y para más " inri " con el conchabamiento de una sociedad corrupta, mercantilizada y putrefacta.
Manos mal que en noviembre después de cumplir con mi obligación de votar os diré adiós y fijaré mi vida y residencia al menos en el entorno de un pueblo con algo más de vergüenza y dignidad...
-FITZGERALD-     

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