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domingo, 14 de junio de 2009

El estilo, a veces, es un obstáculo, sobre todo para los que no manejan ningún manual de manera, modo o condición. La Vida, en cualquiera de sus vertientes, es estilo, expresión, elegancia, gusto, personalidad, distinción, carácter, método... o no es nada, y esto no significa que tener estilo, clase, manera, suponga utilizar el alambique, porque quien sabe destilar y reducir la esencia a quintaesencia sabe, además, que sobran los amaneramientos...
A veces se imponen estilos concretos. Las modas hacen que determinados individuos suban más alto mientras que otros, de igual o superior valía, sobreviven abajo en el subterráneo...
La Vida es una noria que da vueltas y más vueltas, y unas veces se sube y otras se baja.
El mundo intelectual a veces es un patético reflejo del mundo real.
A mi entender, el estilo y la cortesía, que hoy se venden a precio de rebaja, son actitudes que deben ir hermanadas. La chabacanería, vulgaridad, ordinariez, zafiedad, trivialidad, tosquedad, ramplonería, el toma y daca, el chatarreo y el revoltijo, crean un escenario de medias verdades, que nunca son medias mentiras, donde los medianos, los mediocres, los grises, vampirizan y degradan las enseñanzas heredadas.
Días atrás comentaba con mi pareja, acerca de la dificultad de encontrar la "excelencia", el correcto uso del verbo, en el día a día, en la vida cotidiana, y sin embargo, en que había que seguir esforzándose en continuar intentándolo.
Entonces fue cuando se me ocurrió volver a pensar en ello, en el estilo, en la cordialidad, la educación, la cortesía, en la amabilidad, en la corrección, en la amistad, en la fidelidad y hasta en la galantería... cuestiones tan en desuso en estos principios del Siglo XXI...  

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