CIRCULA EN LA RED una relación de nombres de ex-ejecutivos bancarios, ilustrada con sus fotografías y las sumas que percibieron y perciben por liquidaciones, indemnizaciones o pensiones. Es decir,con el premio autoconcedio a sus méritos de incompetencia, irresponsabilidad y cara dura. Los rigores de la crisis nos alcanzan a todos menos a ellos, cooperadores necesarios de la debacle financiera, la descapitalización del sistema y el riesgo de una intervención cuyas consecuencias finales ni me atrevo a imaginar. Alguien los ha puesto en la picota con un explícito " SE BUSCA ". Pero es tan psoible que nadie les busque como seguro esa manera de señalar en un medio donde todo -la verdad y la mentira, el testimonio y la injuria- no motive impulsos ejemplarizadores.
Esos premios, sin embargo, son públicos y notorios, como podrían serlo, con una investigación a fondo, los patrimonios amasados y evadidos hasta que llegó el final de las cajas administradas " pro domo sua ". Son ellos, y muchos otros, los que con absoluta impunidad invierten los valores de la moral y la ética gratificando el timo y el fracaso. Evolucionada desde el mendrugo y la perra chica del paradójico " Siglo de Oro " hasta el palanquetazo millonario de hoy, la picaresca española vive su momento estelar en la noche fría del desempleo ajeno, el depojo del bienestar, los desahucios y la miseria.
Las indemnizaciones que las sociedades anónimas arbitran para sus ejecutivos reflejan el libre albedrío de los consejos que representan el capital y sus riesgos. Nada en común con las cajas de ahorros, que no tienen propietario y gozaron de un estatuto asentado en la íntegra reversión social de beneficios. Si unas petaron y otras no ( de momento ), el factor diferencial está en la correcta o descarriada administración de los depósitos y en el nuen o mal cumplimiento de unos deberes rigurosamente específicos. Lo asombroso es que todos se crean con derecho a lucrarse con las quiebras, y, más aún, que un " vacío legal " impida el control de " la recompensa " y el castigo de su exceso.
Las limitaciones introducidas por le gobierno no pasan de comésticas si se comparan con la muy grave alarma social que esas prácticas despiertan. Sin menoscabo del principio irretroactivo de la ley que imprescindiblemente habrá de impedir los abusos y fraudes futuros, algo serio hace falta en el presente para descargar la indignación y los escándalos generados por tanta desfachatez, tolerada por los gobiernos, en medio de tanta penuria. No me basta la hipotética e hipócrita teoría del " no volverá a ocurrir ". Yo ya cumplí cn lo mío y ahora para más inri tengo que convivir, aquí y ahora, con deliencuentes morales que se han atrevido a obrar como sí fuera lícita la coexistencia de dos categorías de ciudadanos y dos clases de profesionales: los blindados y los abandonados a su suerte.
-Lord Lancaster-
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