El asesinato de dos guardias civiles y su intérprete español en la base militar española en Afganistán nos coloca ante nuestros peores fantasmas. Estamos en guerra en un país enemigo y hemos perdido a tres de los nuestros.
El líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, salió ayer a la palestra para mostrar su pesar a los familiares de las víctimas y exigir al Gobierno español “ la retirada inmediata de nuestras tropas con urgencia y seguridad, porque en Afganistán hoy no hay más democracia, ni más seguridad, ni más desarrollo, ni más libertad. Por el contrario, sí hay más miseria, más odio social, más violencia y más hostilidad, manifestada ésta de múltiples formas ”.
Hay parte de razón en lo que dice Cayo Lara ( hay mucha violencia en la región y hostilidad ) pero se olvida que el terrorismo islamista es también una plaga que es preciso erradicar, al menos en legítima defensa. Y allí, en Afganistán, es donde residen los chicos de Al Qaeda: aquellos que ponen bombas en los trenes y secuestran cooperantes por África, a los que luego hemos de liberar con dinero público. Contradictorio. Le pagamos por un lado y por el otro nos matan. Como las mafias, yakuzas, etc....
Lo que hoy es más lacerante que nunca, es seguir con los eufemismos. Eso lo que ha intentado el Gobierno con esta cuestión desde que llegó a La Moncloa. No se puede avergonzar a aquellos que dan su vida por España al alegar que componen un contingente convertido en ONG, dedicado a repartir sacos de harina, reconstruir puentes y dirigir el tráfico en pueblos semi-abandonados.
Después, tres de los nuestros mueren en acto de servicio en Afganistán y se nos abren las carnes.
Por eso, resulta especialmente sangrante seguir insistiendo, como hacen Zapatero, De la Vega, Chacón, Leire Pajín o José Antonio Alonso, en que lo nuestro allí es una “ misión de paz ”.
Es un engaño a la ciudadanía y una falta de respeto a los soldados, a los guardias civiles y a sus familias.
-JACH-
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