El hastío te aparta de la moda y te resta elegancia. Un tipo cansado gana en aplomo lo que pierde en elegancia y buena presencia. La última vez que me compré un traje, a la dependiente de la tienda le dije que me daba igual el corte. En realidad un tipo como yo solo se pone el traje para que lo confundan con otro.
Resulta desalentadora la creciente importancia de la apariencia física. En una entrevista de trabajo lo que te piden no es experiencia, sino "percha". Incluso para vender trajes de baño te exigen llevar corbata.
Apariencia. Fachada. Lo que cuenta es lo que pareces, no lo que eres. Entre un deudor y un rico, la diferencia es el traje. Andan por la calle miles de fulanos llevando en la mano una cartera en cuyo interior el asunto más importante es el bocadillo de salami. Seguramente carecen de formación, de inteligencia y de perspicacia, pero tienen ropa.
Conocí en el "Café Musical" un tipo que detestaba las apariencias. Y entre las apariencias la que más odiaba era la apariencia de felicidad. López había llevado mala vida pero aún conservaba buen aspecto a pesar de todo. Una madrugada Paco le dijo que un hombre es interesante cuando aparenta diez años más de los que tiene y veinte menos de los que ha vivido. Ramón se tomó en serio el asunto. Meses más tarde volvió por le bar. Estaba cambiado. Nos pareció mucho más interesante. Había pasado por una clínica de cirujía plástica para que le pusiesen una cicatriz en la barbilla. La noche de nuestro reencuentro me dijo: "Muchacho, las mujeres se paran más conmigo desde que me encuentran peligroso. Dicen que mi sonrisa tiene la emoción de una ganzúa."
Según Paco, de un vicio se aprende infinitamente más que de un proverbio. Es una idea que sostiene con frecuencia aunque yo creo que la aprendió de López. Evoco una noche en la que me espetó: "Lo importante es parecer una cosa y ser otra. Muchacho, una mujer es interesante cuando el reclinatorio de la Iglesia le sienta como un biombo."
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