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martes, 31 de marzo de 2009

Están por todas partes. Comparten trabajo, barra de bar, autobús, la cola del cine, la educación de los hijos e hijas...
No llevan un cartel por lo que no son reconocidos a reconocidas a simple vista. Pero dejan su estela...de cobardía, cada vez que hablan, cada vez que callan, cada vez que asienten, cada vez que consienten, cada vez que obran...
Hombres o mujees, que más dá... ¡cobardes! ¡pusilánimes! Van de respetuosos o respetuosas exigiendo respeto y cuando llega el momento de asumir la responsabilidad que se les ha delegado, no se atreven, tienen miedo, no son capaces...
Dicen que no, pero con su silencio y su omisión, dañan, con su mirada a otro lado, insultan, con sus palabras, hieren, con su indiferencia, matan, con su negligencia, desazonan...
Son consentidores y cosentidoras de barbaries, de injusticias, de atropellos, de pasarse por el forro las reglas, las normas, las leyes...
Y luego... no miran. No te miran a la cara, porque no quieren ver, porque no quieren saber, porque así no se comprometen, a nada. No quieren responsabilidades, obligaciones, juicios, sensatez, madurez, incumbencias, compromisos, pero... sí cobrar a fin de mes...
No, no ..pueden ser felices quienes son unos y unas cobardes. Esconden su cobardía, la disfrazan de condescendencia, permisividad, de tolerancia, de progresismo, de autoridad, de flexibilidad, y profanan con sus postras estas palabras....
Son muchos y muchas... demasiados y demasiadas... Que no defienden nada, que no se responsabilizan de nada, que no se estremecen, que no tienen agallas, que nada les importa excepto su propia barriga, pasarlo bien y su cuenta bancaria... 

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