Se viene diciendo que la ley contra la violencia doméstica, que entró en vigor hace algunos años, no ha logrado que se reduzca el número de mujeres asesinadas y algún que otro hombre (la excepción confirma la regla), por sus parejas o exparejas. En realidad lo que cabría preguntarse es cuántas muertes no se han producido gracias a la indicada ley. No se puede saber.
La ley es necesaria y útil, aunque mejorable como todas. La falacia parte del prejuicio de pensar, como piensan algunos, que basta con la mera existencia de la norma para acabar con un problema que hunde sus raíces en una cultura de siglos. La ley proporciona un instrumento para combatir la violencia, pero su completo despliegue y efectividad depende de que se aplique en todos sus aspectos. Para eso hacen falta medios. Para hacer cumplir las órdenes de alejamiento. Para proteger a las mujeres en situación de riesgo. Desgraciadamente, no hay policías suficientes para dedicarlos a esos menesteres.
Otro aspecto poco desarrollado: el tratamiento a los maltratadores. Suelen ser reincidentes, como si el hecho de haber sido condenados o denunciados por violencia de género les hubiera, paradójicamente, "aliviado" de cortapisas y mala conciencia y les condujera a repetir la agresión, normalmente o habitualmente de forma más grave. Es un hecho irrefutable.
Una gran parte de los que mataron a una mujer con la que tenían o tuvieron una relación ya habían sido denunciados y/o condenados por la propia víctima o por una pareja anterior. La psicología del machista homicida es extraña. Se observa también en la persistencia del factor imitación: al día siguiente de un crimen se producen otros. Como si se contagiasen. Les pasa igual que a los suicidas, con una particularidad, un suicidio no provoca que se suiciden personas con una salud mental aceptable, pero sí incita a quienes encierran dentro de ellos la tendencia a quitarse la vida. Lo mismo les ocurre a los maltratadores psíquicos que traspasan el umbral que conduce a sus compañeras de una vida infernal a la no vida, nada más saber que otros ya lo han hecho.
Creo que se está fallando o no se está haciendo nada en la reeducación, en las vertientes educativas y sociales de la lucha contra la violencia machista. La frecuencia de situaciones de malos tratos en parejas jóvenes y la manifiesta actitud del adolescente varón en el sentido de creer que su pareja hembra es de su "propiedad", indica que no se trata de una violencia antigua, ancestral, propia de sociedades y religiones marcadamente patriarcales. Indica que también en esto el sistema educativo sigue dando motivos de preocupación...
En cuanto a la dimensión social, son demasiadas las denuncias que las víctimas han de afrontar en solitario y pocas las que proceden del entorno más próximo, familiar, laboral, vecinal, social, etc...
Aún...hoy en día hay quien piensa que lo que ocurre dentro de las paredes de una casa compete únicamente a sus moradores. Y solo me he referido a la violencia física y psíquica de género, hay...otras, físicas y psicológicas inflingidas por mentes perurbadas que no han sabido adaptarse a los tiempos modernos, dentro del ámbito "familiar"...
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