La ciudad es el soporte donde atendemos nuestras necesidades primarias: alimentarnos, producir bienes, servicios, y base de la cohesión social y expresión cultural, y no una empresa de titulación del suelo para cebar a los bancos y crear ilusión de prosperidad basada en un juego especulativo que ya ha explotado con la consiguiente ruina de los ciudadanos. No tiene sentido que la repercusión del valor del suelo sobre el precio de las viviendas, dotaciones y equipamientos alcance más de la mitad del valor en el mejor de los casos. Tampoco tiene sentido que algunas empresas acaparen bolsas de suelo tan grandes que ni los sistemas bancarios pueden soportar el coste financiero y colapsen todos los ramos de actividad, hasta la seguridad privada (tan necesaria ahora) y las economías domésticas.
Si nuestra inteligencia colectiva nos la permite la crisis, a largo plazo, será muy útil para reconstruir el sistema desde el principio, y...que los que sobrevivan recojan con más fuerza y entusiasmo la misión de hacer de la ciudad el espacio donde vivan y no el título sobre el que se especula, para que unos pocos ganen y otros muchos pierdan.
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