Date: Mon, 27 Feb 2012 11:25:41 +0000
Subject: [DER KRIEGER DER SCHATTEN] PROYECTO MAYHEIM
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Cuando se trata la cuestión de la identidad, sentimos bastantes dudas y algún que otro cosquilleo en el estómago. En el cine fantástico, el desdoblamiento de la personalidad se ha tratado desde siempre bajo un punto de vista siniestro y temible, casi siempre, relacionado con el mal y la propia muerte.
Dostoievski insinúa con su novela El doble que "posiblemente ese doble no es más que la emanación de la psique angustiada de un ser humano. Como si la duplicidad no proviniera de un mundo externo al protagonista, sino que constituyera una alienación autodestructiva".
Antes de nada, una advertencia, si no has visto la película no sigas leyendo pues voy a destriparla en próximas líneas.
"Somos los hijos medianos de la Historia, educados por la televisión para creer que un día seremos millonarios y estrellas de cine y estrellas de rock, pero no es así. Y acabamos de darnos cuenta" (David Fincher, El Club de la Lucha, 1999).
La sociedad occidental promulga la búsqueda del éxito y el individualismo, pero la única forma de conseguirlos parece ser pasar por el aro, cumplir una serie de normas, y acabar siendo uno más de los que destacan.
El consumismo, la formación personal, la entrada del individuo en el sistema, es algo con lo que tenemos que convivir día a día los habitantes en occidente. Es una vida posiblemente fácil de llevar, integrarse y vivir sumisos en felicidad artificial. Nos dejamos arrastrar por una corriente más fuerte que nuestros deseos, los cuales acabamos adaptando, si no hay remedio, al sobrepeso de una sociedad que nace en una ciudad plenamente construida, donde las reglas no se pueden romper, no se pueden cambiar, porque antes de que hubiéramos nacido, ya habían sido previamente establecidas. La realidad es que ahora mismo somos "la mierda cantante y danzante de este mundo" (David Fincher, El Club de la Lucha, 1999), nos adaptamos a su melodía, y bailamos su son, a ritmo que sobrepasa el de las propias personas.
Edward Norton es el Narrador de El Club de la Lucha. El personaje, del que no llegamos a conocer nunca el nombre, trabaja para una empresa que se dedica a evaluar y tasar accidentes mortales de tráfico debidos a fallos de los vehículos. Su vida consiste en ir de un lado a otro del país, saltando de un huso horario a otro, durmiendo en una habitación diferente cada noche, comiendo en cafeterías idénticas de ciudades distintas y trabando amistades de unas horas con compañeros casuales de viaje. Es un modo de vida duro, agotador, alienante. Representa la decadencia del individuo, de la alienación, de la sociedad de consumo, de la felicidad artificial, de la realización como persona en este mundo… es quien es como le han dicho que sea, sin ser quien es como el realmente quiere. La vida del mundo en el que le ha tocado vivir, acelera su propio proceso, hasta su proceso natural del sueño. El insomnio, el estrés, la puntualidad, la formalidad, la estabilidad… todos conceptos creados a lo largo del s. XX que se olvidan sinceramente de la realidad más cruda del ser humano: que es un ser humano.
El protagonista Empieza a asistir a grupos de ayuda para enfermos de cáncer testicular. Se hace pasar por uno de ellos. Siendo alguien diferente se siente bien. Además, así consigue superar el insomnio.
Allí conoce a Marla, otra farsante, y se enamora de ella. Pero no es el tipo de tío que parezca poder conseguir a Marla.
En el ejemplo del psicópata como caso, la metamorfosis, la doble personalidad y, finalmente, la esquizofrenia, vertebran un retrato psicopatológico que no necesita el experimento científico para articularse argumentalmente (Psicosis, de Alfred Hitchcock).
En el film, el insomnio provocado por su ritmo de vida en una sociedad de continuo autoperfeccionamiento es lo que desencadena el desdoblamiento.
"Cuando se padece insomnio nada parece real. Parece una copia, otra copia, otra copia"(David Fincher, El Club de la Lucha, 1999).
Esta frase del protagonista, nada más empezar la película, se puede interpretar como una sutil anticipación del conflicto mismo: la identidad duplicada.
La formulación clásica de este tema aparece en el relato de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886). Esta es: la creación de un alter ego de sí mismo en la que los dos protagonistas son la misma persona.
"El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde" es una de las grandes obras de la literatura, y en sí misma supone el origen de todo un mito narrativo moderno, el de la persona honorable y ejemplar que se transforma en un ser monstruoso. El relato breve, escrito por Robert L. Stevenson en 1886, ha sido llevado en multitud de ocasiones al cine.
En el relato original, a diferencia de lo que se hizo en posteriores versiones cinematográficas, la trama gira en torno a la investigación de la personalidad de Mr Hyde, un tipo que ronda misteriosamente al honorable Dr Jekyll y que parece estar relacionado con un espantoso crimen. Cuando finalmente se encuentra el cadáver de Hyde, una nota manuscrita por Jekyll nos hace saber que en realidad son la misma persona, y que el Doctor ha sido victima de un experimento propio para separar el lado bueno y el malo de su personalidad.
Tyler Durden aparece en escena, nuestro Mr Hyde, resulta ser un tipo simpático para nuestro narrador. Tyler es atractivo, muy atractivo, alto, fuerte, sin un gramo de grasa en todo el cuerpo. No tiene pelos en la lengua ni actúa de acuerdo a la normativa social vigente. Es un tipo provocador, sin ataduras morales, que aboga por la autodestrucción y la aniquilación de las normas sociales. Además, tiene su propio negocio: Fabrica jabones (en realidad, usa grasa humana de las clínicas de cirugía estética para fabricar caros jabones que les vende a las clases más altas de la sociedad, no hace falta decir lo que esto nos muestra de este antagonista).
"La sociedad se mide por su consumo. Lo que posees acabará poseyéndote" (David Fincher, El Club de la Lucha, 1999)
Con él descubre su lado más oscuro, su lado más escondido… es quien él hubiera deseado ser (pero nunca ha sido porque al final se ha adaptado a lo que le han dicho que sea). Tyler defiende que el consumo nos aliena y que la única defensa ante esta situación es no realizarse, "Tocar fondo". Y esta es la piedra angular de la película, el constante aprendizaje de Norton para liberarse de sus ataduras consumistas y sumisas. Aquí empieza el Club de la Lucha… la lucha por una identidad, por un relax en medio de tanto trabajo, estrés, insomnio, un café por la mañana, un informe a mediodía, un catálogo de Ikea o una sábana nórdica para descansar al final del día.
Edward Norton quiere ser Tyler Durden. Pero no se atreve a serlo. En su interior siempre ha soñado con ser así, desde pequeño ha soñado con ser Tyler Durden. No tener límites para nada. Ser su propio jefe. El dueño de su propio destino, de su vida.
Pelearse se convierte en su forma de llegar a la libertad. Por lo menos la más "masculina", la que Norton ha estado reprimiendo siempre (Mr. Hyde). La que la sociedad evita para que todo se mantenga en orden. Pelarse porque sí, porque apetece. Pelear por amistad y para quemar grasa y testosterona. Así cobra forma El Club de la Lucha.
Volvamos a 1886. Robert Louis Stevenson incluyó en El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde una clara denuncia de la hipocresía moral de la sociedad victoriana. Existen muchas similitudes con la película y la novela pues El Club de la Lucha era un revulsivo social contra la conformista y apática sociedad de los noventa.
En los años noventa, tras la caída del Telón de Acero, lejos de las movilizaciones sociales de Vietnam y Paris en los sesenta, y con la liberación sexual castrada por el miedo al sida, la juventud se encontró en una época de ausencia de referentes, donde lo único que parecía prevalecer era el culto al yo y el nihilismo total. Alguien le puso el nombre a aquella generación de Generación X, Chuck Palahniuk era uno de esos jóvenes.
El libro "La semilla inmortal" nos avanza: "sobre esta especie de premonición, presentada en el relato de Stevenson, teorizarían, pocos años después, los psicoanalistas clásicos, descubridores de un ello reprimido socialmente, que puede revelarse peligroso cuando no atiende a la coacción de la cultura civilizadora" (Jordi Balló y Xavier Pérez, "La semilla inmortal", Anagrama)
Existe, por tanto, una lectura social.
Edward Norton se da cuenta, al final de la película, que Tyler es su amigo imaginario, el complemento de todo lo que le falta, el Norton que siempre quiso ser. Allí donde su YO convencional no se atreve a llegar, llega el SUPER YO que se ha inventado sin darse cuenta. Su fantasía le ha sugestionado tanto que ha llegado a transformarse en un monstruo mutante. Norton es Tyler y Tyler es Norton. Los Jekyll y Hyde de la Generación X.
"Nuestra generación no ha vivido una guerra ni una gran crisis, pero nosotros sí que estamos librando una gran guerra espiritual. Hemos emprendido una gran revolución contra la cultura. La gran crisis está en nuestras vidas. Sufrimos una crisis espiritual" (El Club de la Lucha, 1999).
En El Club de la Lucha el Narrador, al igual que el Dr Jekyll, busca una respuesta. Pero para él el experimento no se basará en buscar una droga que separe los dos aspectos de su personalidad. Norton experimentará como un juego, utilizando su imaginación.
La transformación comienza poco a poco en estos monstruos bipolares. Nortón, aquejado de un insomnio que le mantiene distante de la vida real, empieza imaginándose desgracias. Cuando vuela de una ciudad a otra se imagina que su avión colisiona con otro, y ve perfectamente las consecuencias del choque, los gritos de la gente, la caída al abismo.
La imaginación tiene el poder de cambiar el mundo.
También se da una acentuación de los elementos sexuales (crear un alter ego seductor y displicente con el que enamorar a la mujer deseada por el protagonista). En realidad, el narrador está enamorado de Marla pero no cree ser suficientemente bueno para seducirla. Por ello, es Tyler el que tiene relaciones con ella. Vemos como el director nos muestra las escenas de cama con Norton como observador aunque, como se verá al final de la película, él está ahí, él es quien se acuesta con Marla realmente, no su amigo imaginario. Esta subtrama romántica es complicada ya que nunca se encuentran los tres en la misma habitación (si está Tyler con Marla, no está Norton, y al revés). Además, por la mañana, Norton está enfadado con Marla (por haberse acostado con Tyler aunque no se lo dice a ella en ningún momento) y la trata con desprecio. Esto genera un grave conflicto en la protagonista femenina pues ella es la única que sabe que está con Norton (y no con Tyler) y no entiende por qué de noche es un amante perfecto y de día la repudia.
Otro ejemplo de personalidad desdoblada en el cine es "El hombre lobo": Una personalidad escindida entre un yo reprimido y bondadoso y un alter ego impulsivo y metamorfoseado en bestia. Es, al igual que Hyde, un ser de la noche, una criatura sin represiones culturales.
Norton tiene una doble vida, una de día y otra de noche. Él no lo sabe, no se da cuenta de cuando se produce el cambio de una a otra. Cree que su vida es continua e igual, pero está dividida en partes. El Narrador cae en la cuenta de que, a medida que pasaban los días en convivencia con Tyler, ha dormido más, es decir, se acostaba antes y se levantaba más tarde con lo que ha sido Tyler durante más tiempo. Al igual que Jekyll, el control sobre el monstruo se le va escapando de las manos.
Como ejemplo de desenlaces, Der Student von Prag (El estudiante de Praga, 1913), de Paul Wegener introduce en el cine el tema del otro maligno, la imagen que surge del espejo y nos aporta la solución para deshacerse de ese otro: Un duelo entendido como un inevitable suicidio. Al igual que en la novela de Stevenson, la única forma de acabar con ese doble diabólico es a través de la propia muerte del protagonista.
"Me has conocido en un momento extraño de mi vida" (El Club de la Lucha, 1999).
La gran diferencia del film con respecto a la novela es su final. En ambas el Narrador se pega un tiro en la boca para acabar con Tyler. Pero mientras en la novela ambos mueren, en el film Edward Norton logra sobrevivir. Y en una última escena se queda mirando junto a Marla las consecuencias del Proyecto Mayhem. Todos los rascacielos del barrio financiero están cargados de explosivos, y uno a uno los edificios explotan y caen.
Por último, dos grandes ejemplos cinematográficos son: Por un lado, Akira Kurosawa en Kagemusha (1980) nos presenta un doble del señor feudal que descubrirá en el ejercicio del poder la importancia del ritual de las apariencias. Por otro, en The Great Dictator (El gran dictador, 1940), Chaplin nos dejó una profunda sabiduría dramática: conocer la oscuridad del otro significa conocerse mejor a sí mismo.
Así, la obra de Palahniuk pretende remover conciencias, incomodarnos para que intentemos cambiar las cosas. El Narrador de El Club de la Luchase transforma, tentado por su lado oscuro (como el Dr. Jekyll), para romper con la rutina a la que su sociedad le ha atado. Al final acabará destrozado por las consecuencias de sus propias acciones, pero hasta entonces, en varias ocasiones, se habrá sentido vivo por primera vez.
Además, es inevitable ver en las acciones del Proyecto Mayhem un reflejo de las luchas antisistema y antiglobalización. Un homenaje a todos los trabajadores insignificantes que mantienen en marcha el mundo desde los más recónditos engranajes del sistema, y que uniéndose y revelándose podrían poner todo patas arriba fácilmente.
Me gustaría añadir que a partir de Erasmo de Rotterdam (Elogio de la locura, 1511) y del Humanismo, la locura pasa a ser parte directa de la razón y una denuncia de la forma general de la crítica. Es la locura la que ahora analiza y juzga a la razón. Los papeles se invierten y dejan ver que una no podría sobrevivir sin la otra, pues ambas son una misma cosa que, en determinados momentos, se desdobla para revalidar su necesaria presencia en el mundo.
Al darle voz a la locura, Erasmo convierte su obra en una especie de sátira moral mediante la cual, se da el gusto de atacar todo lo que considera incorrecto, argumentando que la locura es una suerte de castigo del saber, para quienes creen saber.
"La razón, para ser razonable, debe verse a sí misma con los ojos de una locura irónica" (Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura, 1511).
Lo que le interesa a Erasmo de Rotterdam es dar a entender que sólo a través de la locura el hombre sabrá razonar correctamente. Es decir, sólo a través de la prueba y del error, es probable que se llegue a una verdad que siempre estará condicionada por otra, ya que el hombre jamás llegará a ser dueño absoluto de la razón.
También podemos observar ciertos rasgos, compartidos con esta teoría Humanista, tanto en la película como en la novela. Justificar la locura como una forma de hacerse con la verdad es lo que, en cierta manera, Norton o, como él mismo se llama en ocasiones, Jack consigue al convertirse en Tyler:
Entender la verdad que esta sociedad consumista e hipócrita trata de ocultar.
-LORD VOLDEMORT-
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Publicado por Blogger para DER KRIEGER DER SCHATTEN el 2/27/2012 03:25:00 AM
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