El otro día, en el vestuario de la piscina a la que voy a nadar, oí que alguien comentaba que no le caía bien Steve Jobs porque había sido uno de los mayores exponentes del capitalismo salvaje. Debería haberme acercado a aquel usuario de la piscina y preguntarle qué entendía él por capitalismo salvaje. Y debería haberle interrogado sobre sí había visto y escuchado el discurso que Steve Jobs había pronunciado en la Universidad de Stanford, en 2005, cuando le acababan de diágnosticar el cáncer de páncreas que se lo llevó a mejor vida hace poco. Ese discurso ha sido visto y oído por casi tres millones de personas y es una de las mejores muestras de oratoria ( y de ideas ) que se pueden encontrar en esta época de peroratas vulgares, lamentables y de ideas y pensamientos barriobajeros.
Una de las cosas más curiosas de Steve Jobs es que no usaba ninguno de los términos habituales en el discurso de los empresarios y de los zafios políticos. Cuando repasaba su vida como fundador de Apple, Jobs nunca habló de riquezas, ni de beneficios ni de nada relacionado con lo material y el dinero, ni usó ese estilo acartonado y lleno de frases huecas que usan nuestros financieros y políticos. Al contrario, Jobs, hablaba de conceptos que nunca vemos relacionados con el ámbito empresarial o político. Hablaba por ejemplo, del corazón, que es la palabra que más citaba en sus discursos. Y relataba sobre la belleza. Y sobre los sacrificios que sus padres adoptivos, que pertenecían a la clase obrera, tuvieron que hacer para enviarlo a la universidad. Y narraba sobre la belleza de la caligrafía y de la tipografía porque las palabras son más bellas si están representadas por unos signos que no sólo sean funcionales sino también hermosos. Y Jobs, hablaba de la intuición, y de la importancia de dejarse llevar por ella. Y hablaba de la curiosidad. Y hablaba del Arte. Y de la Historia. Y de la Cultura. Y de nuevo, del corazón, del alma, que son los lugares donde se funden la belleza, la intuición, el sexto sentido y la curiosidad. Y Jobs, al final, también hablaba de la Muerte, que todos deberíamos de aceptar como una realidad inapelable.
La oratoria de Jobs era todo lo contrario de lo que se suele asociar y entender como el capitalismo salvaje, el mercadeo y el zoco mundial. Basta hacer la prueba contrastándolo con lo que vemos y oímos a diario. La mayoría de los ricos, los empresarios y los políticos, no tienen ni puta idea, ni saben apreciar lo que es el Humanismo, la belleza ni saben lo que es el alma y el corazón. Tampoco tienen presente la Muerte, final irrefutable de cualquier género de vida, porque si la tuvieran, serían menos codiciosos, inhumanos y serían bastante más respetuosos con el planeta que ya no da más de sí, y con la vida de los seres humanos que lo ocupamos de prestado. O sea que, Steve Jobs era cualquier cosa menos un exponente del capitalismo salvaje y del consumismo materialista cotidiano. Y su discurso demostró y demuestra que se puede ser empresario y/o político sin ser UN HIJO DE PUTA.-
-MANSOUR-
Una de las cosas más curiosas de Steve Jobs es que no usaba ninguno de los términos habituales en el discurso de los empresarios y de los zafios políticos. Cuando repasaba su vida como fundador de Apple, Jobs nunca habló de riquezas, ni de beneficios ni de nada relacionado con lo material y el dinero, ni usó ese estilo acartonado y lleno de frases huecas que usan nuestros financieros y políticos. Al contrario, Jobs, hablaba de conceptos que nunca vemos relacionados con el ámbito empresarial o político. Hablaba por ejemplo, del corazón, que es la palabra que más citaba en sus discursos. Y relataba sobre la belleza. Y sobre los sacrificios que sus padres adoptivos, que pertenecían a la clase obrera, tuvieron que hacer para enviarlo a la universidad. Y narraba sobre la belleza de la caligrafía y de la tipografía porque las palabras son más bellas si están representadas por unos signos que no sólo sean funcionales sino también hermosos. Y Jobs, hablaba de la intuición, y de la importancia de dejarse llevar por ella. Y hablaba de la curiosidad. Y hablaba del Arte. Y de la Historia. Y de la Cultura. Y de nuevo, del corazón, del alma, que son los lugares donde se funden la belleza, la intuición, el sexto sentido y la curiosidad. Y Jobs, al final, también hablaba de la Muerte, que todos deberíamos de aceptar como una realidad inapelable.
La oratoria de Jobs era todo lo contrario de lo que se suele asociar y entender como el capitalismo salvaje, el mercadeo y el zoco mundial. Basta hacer la prueba contrastándolo con lo que vemos y oímos a diario. La mayoría de los ricos, los empresarios y los políticos, no tienen ni puta idea, ni saben apreciar lo que es el Humanismo, la belleza ni saben lo que es el alma y el corazón. Tampoco tienen presente la Muerte, final irrefutable de cualquier género de vida, porque si la tuvieran, serían menos codiciosos, inhumanos y serían bastante más respetuosos con el planeta que ya no da más de sí, y con la vida de los seres humanos que lo ocupamos de prestado. O sea que, Steve Jobs era cualquier cosa menos un exponente del capitalismo salvaje y del consumismo materialista cotidiano. Y su discurso demostró y demuestra que se puede ser empresario y/o político sin ser UN HIJO DE PUTA.-
-MANSOUR-
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