El dato del desempleo de septiembre, 96.000 parados más, 65.000 cotizantes menos a la Seguridad Social, el peor de toda la historia laboral española desde que existen estadísticas, denota con toda crudeza la pésima posición en que nos encontramos, en un punto en que el estancamiento ulterior a la gran recesión comienza a descender hacia una nueva fase de decrecimiento de la actividad.
Hacia la segunda recesión en una palabra.
La frustración de las expectativas ( el Gobierno estimó que 2011 concluiría con un leve repunte de unos 100.000 empleos más ) y la prolongación de la crisism, sine die, con el lógico agotamiento de los subsidios píblicos y de las reservas privadas de los ciudadanos, acumula miedo y alarma social en una colectividad ya de por sí cobarde que en muy poco tiempo ha pasado de la sensación de opulencia a una posición indigente en que no tiene ni siquiera asegurada la pura y dura subsistencia y que acude en tropel a los comedores sociales y al auxilio de Cáritas.
La contundencia de crisis en todos los órdenes cívicos y económicos, itero una vez más, ahora se ha vuelto de alcance global ( España tiene la suya propia más la Mundial ) y que nos zarandea cómo si fuésemos una pluma en un huracán, relativiza grandemente y peligrosamente las elecciones del 20-N., que en otras ocasiones o circunstancias serían esperadas como la gran ocasión de reanimar el proceso socioeconómico con savia y expectativas nuevas. En cualquier caso, después de la cita electoral continuarán vigentes las dos grandes prioridades que marca el negro futuro de este país: de un lado, el Estado tendrá que hacer lo que pueda ( dentro de su vulgaridad y mediocridad ) para el relanzamiento de la actividad tanto impulsando una disposición psicológica positiva ( la economía sigue siendo un estado de ánimo ) cuanto actuando sobre los resortes que faciliten la expansión del crédito ( hoy intolerablemente contraído, por causas en parte exógenas pero también endógenas ) y del consumo, hoy lamentablemente deprimido sobre todo por el desempleo, el pánico y la actitud de un populacho irresoluto, pusilánime, achantado, cagueta, amilanado y medroso.
De otro lado, el Estado deberían preservar la cohesión social frente a las primeras grietas que se advierten en el tejido comunitario, tras el despiporre, el desgobierno, la nefasta gestión/administración y despilfarro socialista, fruto también de la proliferación de situaciones de extrema necesidad ( desahucios, hambruna, subsidios agotados, " tiesura total ", etc. ), que están elevando al alza de manera alarmante los suicidios. Tengo datos fehacientes actuales de que el 50% de la población se medica con ansiolíticos y drogas similares para poder sobrellevar " el Calvario ".
No es en este sentido discutible ni negociable la aplicación de recursos públicos para mantener la red inferior que asegure en lo posible un mínimo de asistencia a todos, aunque siendo franco conmigo mismo y con ustedes, se me antoja difícil ya que desgraciadamente el actual Ejecutivo que ha venido siendo regido por auténticos incompetentes, lisiados e inútiles, ha llevado a esta Nación a la bancarrota. Pero bueno, los votastéis en 2004 y luego otra vez en 2008, así que no le echemos toda la culpa y dolo a ellos. A ver que " leches " hacéis ahora...
El 20-N., no sólo debería de ser la ocasión de una renovación institucional: empieza a resultar antiéstico la bronca política cotidiana entre los dos partidos mayoritarios, cuando se tiene que callar porque no puede prometer realizar en un futuro lo que no ha hecho en siete años, y el otro, que la semana pasada con su Convención en Málaga me dió un ejemplo que me dice que son el mismo perro con diferente collar. Los vi acudir en sus momentos de solza acudir en caterva, horda y manada a los mejores locales de Puerto Marina...
Probablemente la solución, ante tales tesituras, sería usar los mecanismos más extremos de la democracia política, pero bueno.... vosotros, ustedes, sabréis...
Seguramente con ello la ciudadanía se sentiría reconfortada sin duda, observando como la guerra política actual, a pesar de la calamidad, pasaría a un hermanamiento, excepcionalmente, a un patriótico sentimiento cooperativo encaminado a salir de las tinieblas y del tenebroso túnel sin salida en el que estamos sumidos....
-El Osito vs. Rodolfo-
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