I.- La presunción de inocencia es un principio básico de todo estado de Derecho. Todas las personas son incocentes mientras no se demuestre lo contrario. Nadie puede ser condenado en un sistema democrático y garantizador de libertades, si no lo es en un juicio justo y con todos los avales, formulaciones y procedimientos legales de modo riguroso, estricto y preciso. Lo contrario es justo lo que se hace en los países dictatoriales, repúblicas " bananeras " y naciones autócratas. Esta sociedad, la española, configurada en la hipocresía y el fariseísmo, así como en la frivolidad y con medios de comunicación irresponsables, vulnera todos los días la presunción de inocencia. Basta con que alguien sea imputado por " evidencias " ( que no pruebas irrefutables ) de que pueda haber delinquido, para que sobre él caiga de manera implacable la culpabilidad a los ojos de todo el mundo, dándose la paradoja de que en vez de haber que demostrar su autoría en los hechos punibles, tenga que argumentar durante el proceso su inocencia o no culpabilidad, porque ya ha sido prejuzgado y sentenciado, culpado, por los medios y el populacho, la turba y el vulgo...
Muchos sujetos sufren pena de banquillo que permite a millones de ciudadanos condenarlos de antemano; cuando el juicio se celebra y salen absueltos, nadie se acuerda del oprobio, de las falsas acusaciones y mira hacia otro lado hipócritamente.
Al menos, durante estas dos décadas pasadas, me he fijado que la feroz lucha entre cadenas de televisión por el " share ", aunque sea abusando del morbo, las ha impulsado a que hasta en los informativos den por aseverados hechos punibles, abusando de su " libertad de expresión ", dándolos de factos, hechos presuntos, sin tener en cuenta que la libertad de cada uno termina donde empieza la del otro...
El que lo diga determinado comunicador, también significa, que el espectador le de mayor o menor grado de verosimilitud a la noticia. Los hábitos y maneras de algunos, auténticos depredadores, " carniceros " de las audiencias, hace que se cometan graves injusticias y que algunos imputados antes de ir a juicio ya sepan que van a ser sancionados y abominados, por la presión a que ha sido, por los medios de comunicación, sometido el ámbito social y judicial.
No era la mirada de un asesino la que vi en el telediario. Era la mirada de un inocente asustado, un ingenuo acojonado, que preguntaba por qué tanta maldad, vileza, iniquidad, perversidad, crueldad, depravación y tanta " mala leche "....
- J -
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