Dos no se pelean si uno no quiere, pero si los dos están por la labor al final terminan arreándose de lo lindo. Eso es lo que le pasa a parte una parte minoritaria de la juventud, que cuando se ponen hasta el culo de copas y algunas cosas más, saca la escopeta cargada o la albaceteña. Por unos dimes y diretes se arma de la de cristo. Son chavales que sin haber hecho una guerra se sienten muy "guerrilleros". Salen a la calle con la cartera en un bolsillo y la fusca en el otro, dispuesta a blandirla y a clavarla a la menor ocasión. La violencia no conduce a ninguna parte, bueno sí, a la cárcel, al hospital o al sacramental.
Decía Bécquer eso de que "por una mirada, un mundo". Pues un vistazo, una ojeada es precisamente la causante de que a veces los jóvenes acaben a golpes o a estacazos. Y en vez de un mundo lo que suelta es una cuchillada. Es un sinsentido tanta belicosidad gratuita, tanta mala leche saliendo de gente con tan pocos años. Siempre han habido discusiones, broncas, pñetazos, y trifulcas, pero el grado de ensañamiento, salvajismo, brutalidad, fiereza, encono y sadismo actual, excede de los límites de una pelea a "hostias".
Luego vienen las consecuencias pero ya es tarde para subsanar la iniquidad, porque el mal está hecho y no se puede dar marcha atrás.-
-JACH.-
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