El FMI y el Banco Mundial alertan sobre un nuevo colapso global
El riesgo de una nueva recesión de la economía mundial se incrementa a medida que EEUU y las potencias de la eurozona padecen una combinación de una desaceleración del crecimiento con oscilaciones y caídas en los mercados financieros globales. Como desenlace, asoma la crisis social como producto de los ajustes salvajes y un agravamiento del desempleo con caída del consumo.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, advirtió el domingo en una entrevista al semanario alemán Der Spiegel que el mundo está a punto de caer en una nueva recesión económica .
La misma advertencia la formuló sábado el director del Banco Mundial, Robert Zoellick.
Las próximas semanas plantean importantes retos para los mercados financieros. “Estoy preocupado por el riesgo de lo que pueda pasar en los meses que tenemos por delante”, expresó Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial.
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, por su parte intentó disipar los temores acerca de que los bancos europeos podrían verse amenazados por la pérdida de financiamiento a corto plazo.
Los bancos tienen activos de sobra para utilizar como garantía de los préstamos del BCE, aseguró. Las preocupaciones acerca de que se queden sin efectivo es una idea “simplemente errónea”, completó.
El FMI pide a los países que están todavía sufriendo la crisis que aprueben medidas de fomento del ahorro y que animen el crecimiento económico “para evitar una inminente espiral descendente”.
Por animar el crecimiento económico se entiende lanzar medidas de gasto público que relancen la economía, exactamente la dieta contraria a las dictadas en los últimos años desde Washington y las grandes capitales europeas, adictas a la austeridad y los planes de ajuste.
Lagarde y sus expertos consideran que “la insegura situación económica y la crisis de la deuda estatal han minado la credibilidad de los bancos”.
La semana pasada, el FMI redujo sus proyecciones de crecimiento de EEUU y las 17 naciones de la eurozona para 2011-2012 e indicó que los bancos centrales de ambas regiones deberían estar preparados para relajar sus políticas monetarias, informó el lunes la agencia de noticias italiana ANSA, que citó un borrador de un informe del FMI.
El fondo redujo su proyección para la expansión del producto interno bruto de EEUU este año al 1,6% lo que se compara con la estimación del 2,5% de junio, y redujo su panorama para el próximo año del 2,7% al 2%, informó ANSA.
El FMI rebajó su proyección de crecimiento para 2011 de la eurozona del 2% al 1,9% y la expectativa para 2012 del 1,7% al 1,4%.
El riesgo de una nueva recesión de la economía de EEUU se ha incrementado a medida que el país soporta la combinación de una desaceleración del crecimiento y las grandes oscilaciones en los mercados globales, de acuerdo con economistas encuestados por The Wall Street Journal la semana pasada.
Los 46 economistas consultados— no todos respondieron a todas las preguntas— estimaron las posibilidades de que EEUU se encuentre en una nueva recesión en 13% y consideran que las posibilidades de que lo esté a partir del próximo año en 29%, por encima del 17% que pronosticaron hace un mes.
Hay una certeza generalizada entre los especialistas: La no reactivación plena del consumo y la persistencia crónica del desempleo con una tasa por encima del 9% complica todas las variables de la recuperación económica de EEUU y Europa.
Los números en rojo que surgen del conjunto de las variables de la primera economía imperial invalidan cualquier hipótesis de recuperación inmediata de la crisis que ya ha devenido de económica a social en todo el territorio de EEUU.
La crisis financiera que ya golpea a los Estados centrales europeos (y que se expande por toda la eurozona) ha derivado en “crisis social” por medio de tres actores centrales: La baja de salarios como producto de los ajustes, la baja de la capacidad de consumo, el trabajo en negro y el desempleo, que afecta principalmente a los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad europea occidental, y que también se extiende como reguero de pólvora por los ex países soviéticos de Europa del Este.
Nuevos estudios sugieren los elevados niveles de deuda de EEUU, Japón y Europa obstaculizarán el crecimiento económico a menos que los países tomen medidas rápidamente para contenerlos.
Un documento presentado el viernes pasado por tres economistas del Banco de Pagos Internacionales, BPI, concluye que la deuda -ya sea gubernamental o corporativa- comienza a afectar el crecimiento cuando aumenta a cerca de la producción anual de una economía, un problema que actualmente comparten casi todas las economías avanzadas más grandes del mundo.
Stephen G. Cecchetti, M.S. Mohanty y Fabrizio Zampolli del BPI, muestran que la deuda pública comienza a afectar una vez que se eleva desde un rango de entre el 80% al 100% del producto interno bruto.
En 2010, EEUU, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá registraron niveles de deuda pública sobre el 80% del PIB, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico utilizados en el documento. Alemania fue el único país en el Grupo de los Siete que se ubicó bajo el umbral.
La investigación muestra que en una economía en la que la deuda pública aumenta de un 80% del PIB a un 90% del PIB, las tasas promedio de crecimiento anual posteriores tenderán a ser más de 1/10 de un punto porcentual más bajos que sin el aumento de la deuda.
El emergente de la crisis
Con Estados quebrados por la crisis fiscal, con una recuperación todavía débil de la recesión , mercados financieros volátiles (vuelta a la desconfianza del sube y baja), contracción del crédito orientado a la producción, consumo social sin recuperación, bajas de recaudación y subas siderales del déficit, desempleo masivo y ajustes salariales en ascenso la “bomba social” (emergente de la crisis y de los ajustes) ya asoma como el desenlace más lógico en EEUU y la eurozona.
De esta manera, la crisis fiscal (producto del déficit comercial y recaudatorio del Estado) se sumó al panorama de agravamiento del desempleo (principalmente en EEUU y Europa), la no reactivación del consumo (producida por la desaparición del crédito para la producción), y los interrogantes que persisten en caso de que los bancos centrales decidan levantar los estímulos (planes de rescate) a bancos y empresas.
A este escenario, según un informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), se agrega otro dato central: El 60% de la población laboral europea trabaja con contratos de trabajos precarios y sin prestaciones sociales.
Esta realidad -según los especialistas- va a derivar en un situación en la que ese sector, sin cobertura ni protección legal, será despedido en masa, cuando la crisis y los ajustes se profundicen y las empresas decidan “achicar costos laborales” para preservar su rentabilidad.
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