Cada vez es más la gente que opta por combinar las drogas con el sexo, una opción que no siempre trae ventajas en las relaciones sexuales, puesto que la gran mayoría de ellas producen la falta de erecciones o la disminución del funcionamiento sexual, y lo que para algunos puede ser un autentico éxtasis de placer, para muchos es un auténtico fracaso. Si bien es cierto, el uso de las drogas como estimulantes sexuales se está haciendo cada vez más popular en el ambiente gay. El popper y la cocaína, los más utilizados por los homosexuales, tienen graves consecuencias en el organismo y su exceso inhibe las funciones sexuales.
El popper es una sustancia popularizada en los años 80 por la cultura gay y vendida de manera común en los sex-shops. Es un vasodilatador que sirve como relajante de los músculos anales y vaginales, pero su uso prolongado puede hacer perder la erección, aunque una aplicación precisa también puede producirla atinadamente. Además, cuando es inhalada, produce una euforia instantánea y efímera, que perfectamente puede sincronizarse con el momento del orgasmo.
La relación entre la cocaína y el sexo es extensa ya que esta sustancia es usada como “la droga” de la vida nocturna, de los bares, y las discotecas. La cocaína es muy adictiva, y es una de las que más aumenta la excitación y la respuesta sexual. Pero si bien es cierto que la cocaína es un fuerte estimulante sexual, también se sabe que provoca disfunciones sexuales. Phillp K. Dick escribío en “A Scanner Darkly “que la cocaína hace que las mujeres quieran tener sexo, pero que los hombres no puedan hacerlo.
En este tipo de droga, muchas chicas se frotan la punta del clítoris con cocaína porque aumenta la sensibilidad y la excitación sexual de la mujer, al igual que los chicos, sobre todo los homosexuales, se la frotan por la punta del pene para disfrutar aún más del acto sexual.
Además de estimular el sistema nervioso central, la cocaína puede facilitar una transmisión más eficiente de los mensajes nerviosos. Sus efectos eufóricos pueden cambiar la percepción de uno mismo y de las propias experiencias o interacciones sexuales. Pero, por otra parte, el uso prolongado de la cocaína puede producir un deterioro del sistema nervioso central, lo cual puede producir la disminución del funcionamiento sexual. Los hombres que consiguen una erección con cocaína en el cuerpo normalmente suelen durar más, pero también cabe la posibilidad de que a veces no logren tener un orgasmo. Además, uno de los peligros de tener sexo después de haber inhalado cocaína es que, si las cosas se ponen un poco fuertes, se puede sufrir un paro cardiaco.
BARBITÚRICOS E HIPNÓTICOS
En este listado de drogas, también se encuentran los barbitúricos y los hipnóticos, los cuales son depresores del sistema nervioso central, es decir, liberan la respuesta sexual de inhibiciones, pero en dosis mayores bloquean todas las conductas, entre ellas la sexual.
La marihuana, al igual que el alcohol, tiene efectos depresores y las consideraciones sobre sus efectos de relajación física y mental y el sentimiento de bienestar probablemente provengan del mismo tipo de desinhibición que la producida por el alcohol. Quizá por esto algunas personas hablan de la utilidad de la marihuana para enfrentarse a la ansiedad asociada a situaciones relacionadas con la conducta sexual. Pero un consumo persistente suele concluir con un desinterés por el sexo.
En el caso de las mujeres puede producir una disminución de la lubricación vaginal, lo que en ocasiones hace que el coito sea más doloroso. También suprime la ovulación y facilita irregularidades en el ciclo menstrual, además de alteraciones hormonales. A largo plazo, la marihuana inhibe la producción de hormonas masculinas en el mismo grado que lo hacen el alcohol o los opiáceos y reduce la producción de esperma. Asimismo, se ha comprobado que la marihuana reduce las sensaciones táctiles y alarga mucho el tiempo de los reflejos.
Con respecto al tabaco, no está claro si tiene efecto sobre el funcionamiento sexual. En algunos casos esporádicos se ha informado de jóvenes fumadores con problemas de erección y en los que el cese en la conducta de fumar ha producido una rápida recuperación de su disfunción.
LSD, MDMA, MANDRÁGORA Y KETAMINA
Los efectos de los opiáceos son más importantes. En el caso del hombre producen alteraciones del interés sexual, retraso en la eyaculación y fracaso en la erección. Con respecto al LSD y al MDMA, la combinación del éxtasis con el ácido lisérgico es un cóctel psicodélico bastante conocido en las raves entre chicos que quieren tener la fuerza psicodélica del LSD y la empatía y sociabilidad del MDMA.
El LSD solo puede ser difícil de dominar para el contacto íntimo. Muchas veces las personas que toman esta sustancia no quieren que las toquen, pero al mismo tiempo sienten una gran energía y una fogosidad intensa. El MDMA, antes de ser llamado éxtasis como mercadotecnia callejera, iba a ser llamado “empatía”, un nombre más cercano a sus efectos sobre la serotonina y su capacidad de conectar con los sentimientos de las demás personas.
La mandrágora es una de las sustancias “afrodisíacas” más utilizadas en la historia de la humanidad, la cual está relacionada con la brujería occidental, y posee un sutil aliciente del sexo.
Su raíz tiene forma de pene y antiguamente se decía que cuando se ahorcaba a un hombre, éste eyaculaba, y donde caía el semen crecía esta planta, la cual había que cortar con preparación mágica (También es cierto que cuando un hombre es ahorcado le produce una erección).
La ketamina se ha vuelto recientemente muy popular como un invitado subterráneo a la cama, particularmente llevado por las chicas en ciudades cosmopolitas como Londres o Buenos Aires. La keta, o k-espacial ayuda a la relajación con lo cual puede ayudar al sexo; no obstante, inhibe la capacidad de llevar la sangre al pene haciendo difícil sostener la erección. Por eso los que la utilizan aseguran que es mejor utilizarla durante el sexo que en un coqueteo previo y que, preferiblemente, sea consumida por las mujeres.
El gamma-hidroxibutírico (GHB) o éxtasis líquido es una sustancia afrodisíaca que ingerida en exceso puede ser considerada una droga de violación. A veces es administrada de manera secreta en bares y discotecas por personas que tienen intenciones oscuras. Sin embargo, para las parejas que buscan avivar sus relaciones sexuales, el GHB es una de las sustancias predilectas. Las mujeres reportan una expansión de su orgasmo, pero a dosis mayores éste se hace más difícil. Como siempre, pero en particular con el GHB, es importante saber medir la dosis.
Un estudio durante un brote de sífilis demostró que 61% de hombres homosexuales infectados reportaron el uso de GHB alegando que la droga les permitía olvidar sus inhibiciones cuando tenían sexo con extraños, permitiéndoles disfrutar sin preocupaciones un gran número de parejas sexuales.
Por último, la ibogaína es un potente alucinógeno del corazón de África con propiedades curativas. Originariamente, el iboga se usaba en la cacería mágica para relevar el cansancio e incluso algunos brujos africanos lo utilizan para practicar una técnica mágica que produce orgasmos a distancia. Algunas personas también han descrito que el iboga ayuda a concebir la sexualidad como algo totalmente natural y a expresarla de forma desenfadada, como parte de un juego cósmico.
Sin duda, un listado extenso, y del cual seguro me he quedado corta, por el hecho de que existen muchas drogas más que circulan por ahí fuera y que también son utilizadas en las prácticas sexuales. Es una opción que está ahí, pero que también resulta muy peligrosa, por lo que igual merece la pena apostar por los afrodisíacos de toda la vida, antes que pasarse a las drogas, ¿no creéis?
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