Es ya común o habitual, aterradoramente usual y cotidiano que nos despachen la muerte de otra mujer. Una esposa, una novia, una pareja, una hija, víctimas de los celos patológicos y de una violenta agresión, tanto física o psíquica, generalmente pensada, preparada, anunciada, premeditada al fin, por los hombres que un día les prometieron amor eterno, y que luego decidieron que el objeto de su afecto o cariño es una diabólica posesión, suya y de nadie más. Si no es mía, no lo será de nadie. Una enfermiza pasión trasladada de abuelos a padres y de padres a hijos, niñatos de mierda de hoy en día, que luego la camuflan bajo la atenuante o eximente de enajenación mental, o de mezcla de barbitúricos y alcohol, o de bebida sólo; que más da, el caso que tenía un ciego que te cagas o estaba majara.
De las mujeres muertas en lo que va de año, la mayoría había previamente denunciado por malos tratos corporales o anímicos tangibles a sus aprejas y pidieron protección. Es decir, ya sabían de su condición de " novias de la muerte ".
Cuando repaso cada uno de los casos, que desangran cada año las estadísticas, encuentro que entre las mártires y los criminales no hay un perfil recurrente o común. Los y las hay de todas las castas sociales, con diferentes status económicos, profesionales, culturales y educacionales.
En lo único en lo que coinciden es en el proceso de desamor, hoy en día viciado desde un principio, ya que muchas parejas se yuntan en matrimonio para sencillamente tener un día más de fiesta en su calendario o porque aún hoy los estereotipos familiares o sociales les marcan en tal tesitura. También, porque, el afecto se ha cansado por un tiempo de violaciones ocultadas, de autoestima dañada, de necesidad de liberación, machismo brutal, y, en muchos casos porque cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana....
Este fenómeno parece imparable y más cuando veo que los jóvenes de hoy siguen la maltrecha senda, mantniendo a capa y espada, una abyecta y retrograda cultura patriarcal, como si la violencia de género la trajesen ya marcada en los genes.
De todas maneras la educación desde niños, sigue siendo fundamental, pero sí una cadena de televisión en horario de prime time te pone una serie donde una chica de dieciséis años se lía con un tío de cuarenta y uno, ¿ no es manera de fomentar relaciones conflictivas ? Igual que otra, en la que lo más normal en un instituto es drogarse o acostarse con la profesora... y, en algunas, donde se da el retorno del macho ibérico, de la muchacha objeto y del .... tú sólo eres mía.
Cuestiones todas ellas, que entre otras, tendrán que plantearse los que juzguen a los presuntos autores del crimen de Marta del Castillo...
De todas formas, en estos casos de homicidios sobre mujeres y en otros como los de las " botellonas ", la contundencia, convicción, firmeza y dureza, legales, deben de ser taxativa, determinante, severa y estricta y con duras penas de reclusión. Solo así, se podrá lograr una sociedad civilizada acorde con nuestros tiempos, erradicando duramente y disciplinadamente tanto arrojo de atropellos, vehemencia, ira, crueldad, constreñimiento, ensañamiento y profanación por parte de esas barahundas de caos y desorden promovidos y ejecutados con alevosía por parte de niñatos y niñatas.....
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